Dame más café
Por: Annesdy Tellado
Me encuentro en una cafetería, de estas famosas que
de alguna manera se convierten en centro de estudiantes universitarios,
personas que pasan a saborear un café de su preferencia mientras que disfrutan
leyendo un libro o simplemente navegando por el Internet. Mientras yo estoy
aquí representando a ese grupo de comerciantes que les va muy bien en el auto
empleo, por esa razón no existe una oficina, solamente el escritorio que
tienen dentro de su casa, en el cual yo
la utilizo para escribir las novelas. Sí, soy escritor, soltero, sin hijos, con
un perro que se llama Bubu, en fin sin responsabilidades que normalmente
tuviera un hombre de 27 años.
Me encuentro esperando a un hombre que en mi última
presentación de mi última novela se me acercó, para decirme la admiración que tenía
por mí, como escritor. Que le encantaría hacer una adaptación con el fin de
llevar mi novela al cine. Simplemente lo escuchaba, sin demostrar ningún tipo
de entusiasmo, a pesar que por dentro quería estallar de emoción, pero he
aprendido que cuando uno realiza negocios con una editorial o con la persona quién
sea, hay que tener las emociones controladas y estar bien concentrado para
realizar un buen negocio.
Hago señas a la barista para que me sirva un café.
No acostumbro en las reuniones pedir algo antes de que llegue la persona con
quien me voy a reunir, pero el Sr. Edwin ya se estaba tardando demasiado. Me
sirvió la barista el café y antes de beber me doy cuenta que encima del café
hay corazones que fue realizada con la crema que utilizan. Pensé, lo que hace
la psicología humana, me sentí tan especial por esos corazones, estoy seguro
que a todos sus clientes le hace los mismos diseños y yo sintiéndome como el
centro del mundo y de atención. Mi corazón comienza a latir como su tuviera una
admirada secreta.
Mientras pasaba la noche, recibo un mensaje del Sr.
Edwin que lo disculpara, que después que había salido le surgió una situación personal
que limitará su llegada, pero ambos nos comunicaremos durante la semana para
coordinar una nueva fecha.
Cuando me paro para marcharme del lugar, recibo
otro café del mismo sabor.
Un poco serió le indiqué a la chica que no había
pedido café.
- Es de parte de la casa.
No todos los días, los dueños de un local comercial
te regalan algo, así que buscando la forma de convertir esta experiencia en un futuro cuento o en una novela, me senté y disfruté el café. Aproveché
el momento para adelantar trabajo.
A penas terminaba el café cuando llegó una chica
muy hermosa con un café en la mano.
- Hola.
- Delicioso, - le dije mientras bebía el café
rápidamente, - quiero más café.
- Bueno el próximo lo pagas usted Sr. Luis Alfonso.
- ¿Cómo sabes mi nombre?
La chica sonriente, saca mi último libro.
- Soy tu admiradora. Eres mi escritor favorito.
Ella me entregó el ejemplar para que yo le diera mi autógrafo.
- ¿Tu nombres es?
- Laura.
La dueña de la cafetería y yo nos quedamos hablando
durante toda la noche.
Sólo me escuchaba decir:
- Dame más café.
Filosofamos sobre mi libro, lo que ella interpretó,
algunas válidas y otras que apenas ni había pensado cuando lo escribí, pero
asistía con mi cabeza.
Salimos del local y nos fuimos a caminar al viejo
San Juan.
Ella despertó en mí, unos sentimientos que jamás
había experimentado por nadie. Mi corazón latía a millón, anteriormente había
escrito sobre el amor, y esas palabras en mis novelas quedan sin sentido
comparado con lo que estoy sintiendo por ella.
Es como que si lo que conocía sobre el amor ya no
existiera y ella es la nueva definición que jamás había sentido y hoy la vida
se digna en entregarla.
Laura y yo nos besamos y desde esa noche comenzamos
una relación formal.
A pasar el tiempo, Laura y yo nos hicimos novios,
logré el contrato y mi libro ya está a punto de entrenar en la pantalla grande.
Casi todos los sábados voy a la cafetería a
escribir, ya que ese líquido que tanto llena de energía y nos despierta cuando nos
sentimos cansado o nos calienta del frío, fue el enlace que hizo que conociera el
amor de mi vida.
Por eso siempre cuando visito la cafetería
solamente le digo: "Dame más
café".
FIN
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